Ana, una fisioterapeuta entre hospitales belgas
Desde que empecé mis estudios en la universidad tuve claro que quería irme de Erasmus. Con esta idea en la cabeza, empecé a informarme sobre estas becas, me apunté al programa Buddy para empezar a tomar contacto con gente que venía a nuestro país con las mismas ideas que yo. Y nada más pude pedir la beca Erasmus, es decir, cuando tuve el mínimo de créditos necesarios, la pedí. Antes de eso estuve preguntando a profesores y en la Oficinas de Relaciones Internacionales, sobre las posibilidades que tenía. Italia, Portugal o Bélgica eran los posibles destinos. Entre estas opciones me decanté por Bélgica, ya que es uno de los países donde la fisioterapia está más desarrollada. Pero al principio parecía que todo eran problemas, pues no había muchos precedentes de estudiantes de Fisioterapia que hubieran ido al extranjero a cursar parte de sus estudios, y los pocos que lo habían hecho no habían estado exentos de problemas a su vuelta. Además, la mayoría de estos había estado en Italia. A pesar de los contras, no desistí y seguí intentándolo. Todo empezó en enero de 2009: salió la convocatoria de las becas Erasmus para el siguiente curso y la solicité. Cuando fui aceptada llegó uno de los momentos más difíciles: el “learning agreement“. ¿Qué asignaturas podía cursar en mi universidad de destino? Finalmente, asesorada por el profesor del departamento que sería mi tutor Erasmus y contando con los consejos de una chica con la que contacté a través de la web “ErasmusWorld” y que estaba viviendo en esos momentos la misma experiencia que viviría yo al año siguiente, decidí irme a hacer simplemente “Estancias Clínicas II“, es decir, las prácticas finales de la carrera.
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Y por fin llegó el momento tan esperado: febrero de 2010. Sola en un avión que me llevaría a un mundo totalmente nuevo para mí: ciudad de Liège, Bélgica. Obviamente tenía un poco de miedo, pues era la primera vez que salía al extranjero yo sola, con una lengua distinta, con gente que no conocía, ciudad y cultura distintas.
Y fue duro al principio. Las primeras semanas, el primer mes.No conocer la ciudad, los horarios tan distintos, tener que hacer los trámites burocráticos del recién llegado en la universidad, y tener que resolver todos los problemas e imprevistos que iban surgiendo con mi escaso dominio del francés.Hasta que empiezas a conocer a la gente, y eso te hace sobrellevar mejor el frío, la nieve, las pocas horas de luz, las largas jornadas en el hospital,.
Durante estos 5 meses he estado haciendo prácticas en el Centre Hospitalier Universitaire de Liège en distintos servicios, lo cual me ha permitido familiarizarme más con parcelas de la fisioterapia que en los hospitales de España están poco desarrolladas, como son la Fisioterapia Respiratoria o la Genito-urinaria; pero también ver cómo se trabaja en otras partes fuera de España, el estilo de vida. Se me han caído algunos mitos: los españoles no trabajamos tan mal. Aunque, por otra parte, sí que es cierto que allí la jornada en el hospital era bastante larga, de 8 a 17, aprox. Durante mi estancia, he combinado las prácticas con un curso de francés que ofrecía la Université de Liège a los estudiantes extranjeros.
Y de todo esto, ¿qué me llevo? Sobre todo, la experiencia personal, sin duda. Nada como salir al extranjero tú solo para conocerte a ti mismo. Además, en mi caso, el hecho de hacer prácticas en el ámbito sanitario me hizo contactar diariamente con muchas personas “del terreno”, lo cual me servía para tener que practicar el idioma y así poco a poco ir mejorando. ¡Hasta tal punto de poder salir de fiesta con los belgas y mantener una conversación sin problema! En definitiva, estas prácticas me han permitido, además del crecimiento académico y personal, mejorar un idioma que prácticamente desconocía.
La cantidad de gente que conoces, tan distinta entre sí y de infinidad de lugares, los viajes que haces… Todo esto te abre la mente, hace que te plantees cosas que antes ni se te hubieran ocurrido y que aprendas a valorar más lo que tienes en casa. ¡Es increíble cómo en esa zona norte de Europa aprovechan las zonas verdes y el sol a la mínima que sale! Cuando empieza a mejorar el tiempo todo se hace en la calle, del trabajo al parque, una barbacoa, un picnic o simplemente leer un libro.
Bélgica también tiene un gran punto a su favor y es la situación tan estratégica que tiene en el centro de Europa. “Estás a tiro de piedra” de Alemania, Holanda, Luxemburgo. y sus reducidas dimensiones también favorecen que puedas conocer todos sus puntos más emblemáticos e incluso los menos conocidos. Liège, por su parte, es una ciudad que en invierno no es nada atractiva, cosa que cambia cuando los días empiezan a alargar y los parques a reverdecer. Sin embargo, cuenta con un ambiente muy universitario, sus estudiantes están muy abiertos a los estudiantes extranjeros, organizan un montón de eventos: fiestas, viajes, barbacoas. En fin, que siempre tienes algo que hacer.
Unos meses inolvidables que siempre quedarán en mi recuerdo. Es por eso que animo a todos a que no tengan miedo y se lancen, el principio es duro, pero todo los comienzos son difíciles y de ellos también se puede aprender, además, todo lo bueno que vives o simplemente todo lo que vives, al final compensa con creces.