Pasaron algunas semanas desde que me encontraba en la parte de marketing del evento. Al terminar, comencé a trabajar en la parte de producción del Torneo de Tenis del Open 500 de Valencia. No sabes lo que puede abarcar un gran evento deportivo hasta que lo vives por dentro y te das cuenta de la dimensión del mismo.

El Open 500 de Tenis Valencia se realizó en el recinto de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, en los edificios Ágora y Museo Príncipe Felipe. En este punto, trabajé con el responsable de producción del Open 500 de Tenis, David Alvariño, al igual que con ingenieros, arquitectos, etc.

En este periodo me dedicaba a controlar junto con David que el montaje de la instalación siguiese su curso y se completase en las fechas indicadas. Para ello, muchas veces tenía que ayudar a mover material, montar ciertas partes de la instalación, es decir, éramos chicos para todo.

Mi puesto durante el Open 500 sería la oficina del torneo. Mi trabajo exigía estar de cara al público, resolver las dudas de los asistentes y atender las necesidades del resto de departamentos del torneo. Estaba muy agradecido de que se me diese un puesto de tanta importancia. Durante esos días, trabajé con María Jesús Domingo, a la que tengo mucho que agradecer porque estuvo en todo momento pendiente de mí.

Sin embargo, todo trabajo tiene su recompensa, y ésta llega cuando comienza el torneo, ves la instalación montada y empiezan a aparecer los jugadores de tenis más importantes del mundo. Los aficionados que se acercaron al Ágora, pudieron ver en acción a tenistas de la talla de: Juan Carlos Ferrero, Nicolás Almagro, Guillermo García López o Pablo Andújar, a los franceses Gilles Simon, Gael Monfils y Jo-Wilfred Tsonga,  al estadounidense John Isner, el croata Marin Cilic, el ruso Nikolay Davydenko y una de las futuras perlas del tenis mundial, el canadiense Milos Raonic. Durante esa semana pude ver a los jugadores en todo momento, ver la preparación de sus partidos…

La semana del torneo fue agotadora, muchas horas de trabajo y mucha tensión  intentando que todo saliese bien, pero pude disfrutar de un torneo deportivo de nivel internacional.

Ahora me encuentro en la parte de desmontaje, es la parte más triste, se pasa de miles de personas diarias en el recinto, a un grupo de 20 personas que se encargan de devolver a la instalación su habitual apariencia. Pero ante todo puedo asegurar que ha sido la experiencia más grande y gratificante de mi vida.

Ahora me espera una de las mejores academias de tenis del mundo. ¡Allá vamos!