Mezcla tecnología y tradición para ser enólogo
Extraído de: Expansión&Empleo (17.01.2013 – Ángela Méndez).
Aprovechar el valor social del vino, aderezándolo con historia, tradición y tecnología es una oportunidad para emprender que brinda el sector vitivinícola.
Una bodega subterránea, a cinco metros de profundidad, cuya antigüedad se remonta al Bajo Imperio Romano (siglo II después de Cristo). Eso es lo que se encontraron Claudia Möller y su marido cuando compraron una casa en un pequeño pueblo salmantino a 10 kilómetros de la capital charra. Tras certificar la autenticidad de la bodega, este matrimonio se planteó la creación de un negocio que volviera a dar utilidad a la cava y la abriera al público. De esta manera nació Vinarius, una compañía especializada en la guarda, conservación y custodia de vinos, que además ofrece un espacio habilitado para la realización de reuniones y comidas.
Su propuesta aúna las más antiguas tradiciones de conservación (el silencio, la humedad y la temperatura correcta) con las últimas tecnologías (por ejemplo, un sistema por vía satélite para asegurar el traslado de los caldos en las mejores condiciones). Pero su objetivo iba más allá: «Queríamos aprovechar un espacio con tanta historia para que bodegueros y consumidores entraran en contacto directo; y, sobre todo, que los clientes descubrieran qué hay detrás de una botella, qué hace diferente a una de otra. Los porqués de su elaboración, es decir, su historia. Al final eso es lo que te impacta y deja huella», destaca Möller.
Valor social
César León es un emprendedor con amplia trayectoria en el mundo del vino y que actualmente lidera Wine Spiral Proyect, una plataforma online orientada a proporcionar a los profesionales y amantes de este campo las herramientas tecnológicas para que el conocimiento creado por ellos pueda compartirse a través de comunidades específicas. Para León el sector vitivinícola ofrece múltiples oportunidades, y muchas de ellas están ligadas a su valor social. Por este motivo defiende que el vino debe abandonar su soledad y abrirse a otros ámbitos y, sobre todo, a la comida. «Tomar un vino es un acto social, como también lo es comer, y saber unirlos es fundamental». Este empresario considera que para triunfar con un negocio de este tipo hay que poner en práctica las 3Fs: Fly (moverte, no ser localista, trabajar online y mirar de cerca al mercado internacional), Food (vincularlo con la gastronomía); y Friends (conectar con el estilo de vida de la gente, darle valor añadido, autenticidad, contenidos relevantes que expliquen lo que consume y que le enganche con tu marca).
Esta idea de conectar a productores y consumidores dando a conocer la trayectoria de cada botella y bodega es también la base de El sueño de Baco, la empresa creada en agosto de 2012 por Alejandro Landete e Ignacio Avendaño. La firma, ubicada en Madrid, es una feria continua en la que bodegas y almazaras de toda España disponen de un espacio para dar a conocer sus productos a profesionales y particulares. Landete, con amplia trayectoria en el mundo del vino, observó que el sector demandaba más cercanía: «Queríamos favorecer la cata y venta directa de los productos». Con esa idea abrieron este negocio, en el que invirtieron casi 700.000 euros –gran parte destinado a las máquinas que mantienen las botellas en las condiciones óptimas una vez abiertas–. «No somos intermediarios, sino un gran escaparate y solo cobramos por un espacio en el que los productores se dan a conocer. No hay comisiones», puntualiza Landete.
Otro de los rasgos distintivos de la firma es su sistema de catas gratuitas para probar los productos. El método está funcionando bien y un 75% de las 300 bodegas y 48 almazaras ya han obtenido rentabilidad de su incorporación al proyecto y un 20% han realizado ventas internacionales.
Aunar esfuerzos
Para todos estos empresarios la clave es la colaboración entre todas las partes implicadas en el negocio del vino. «Hay que buscar otra forma de hacer las cosas, de implicarse, de comprometerse y de agilizar los procesos», comenta Möller, quién también puntualiza que el mayor esfuerzo es explicar el nuevo concepto de negocio: «No es muy común una guardería de vinos». Y es que romper moldes es complicado, Landete también recuerda que «cuesta hacer entender a las bodegas la utilidad de la plataforma. Es algo nuevo y son reacios. Pero una vez que entran comprueban que todos ganamos».